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El ambientalista, Número 16

Estas sustancias tóxicas están por todos lados, hasta en el cuerpo de usted. Y no van a desaparecer nunca.

Por Joseph G. Allen

2 de enero

 

Joseph Allen es profesor adjunto de la Facultad T.H. Chan de Salud Pública de Harvard y docente asesor de la Academia de Materiales de Construcción Más Saludables de Harvard.

 

Dicen que nada dura por siempre. Es decir, nada a excepción de un grupo de sustancias tóxicas que podrían estar vinculadas con el cáncer de testículo, el cáncer de riñón, el colesterol elevado y la supresión de la eficacia de las vacunas en niños. Ya se encuentran presentes en el cuerpo de casi cada uno de nosotros, están en el aire y el agua de todo el mundo y no van a desaparecer jamás. Son “Sustancias Eternas”.

 

Se trata de sustancias anti manchas que utilizamos en todo tipo de productos en nuestros hogares, oficinas, escuelas, hospitales, automóviles y aviones. Están caracterizadas por tener una estructura central de flúor y carbono. Y la unión F-C, la unión química eterna, es realmente asombrosa y representa una de las uniones más fuertes de toda la química orgánica.

 

Cuando se enlazan varias uniones F-C, surgen algunas propiedades industriales muy útiles, por ejemplo, la cualidad de permitir el paso del aire pero no de cosas como la grasa, el aceite y la suciedad. Esta capacidad de actuar como repelente de manchas es el motivo por el que aplicamos estas sustancias a todo tipo de productos que queremos mantener limpios, desde alfombras y muebles hasta equipos para acampar. Es también el motivo por el que las aplicamos a artículos de cocina antiadherentes: prácticamente nada se adhiere cuando la sartén tiene una capa de estas sustancias en la superficie.

 

Pero se trata de una propiedad que tiene un lado oscuro pernicioso. La unión F-C es tan fuerte que esas sustancias químicas nunca se degradan completamente. Jamás. Jamás en milenios.

 

Las Sustancias Eternas se vienen usando en productos desde la década de 1940 y, para confundir las cosas como sólo los científicos pueden hacerlo, la terminología relativa a estas sustancias es tan precisa que se vuelve inútil. Tal vez hayan oído que se las identifique como “compuestos anti manchas” o “sustancias químicas altamente fluoradas”. Durante años, se las llamó por su rostro publicitario más infame, “C8”, nombre que se refiere a las Sustancias Eternas de ocho carbonos “PFOA” y “PFOS” (por sus siglas en inglés). El nombre técnico más reciente de las Sustancias Eternas de las que estamos hablando, las que se encuentran en productos de consumo y materiales de construcción, es “sustancias poli o perfluroalquiladas o polifluoradas o SPFA (sulfonato de perfluoroalquilo)”. ¿Ya se le trabó la lengua?

 

(Hay otro grupo de Sustancias Eternas, llamadas hidrofluorocarburos, de las que no estamos hablando aquí. Estas sustancias se usan como refrigerantes y, debido a que son potentes gases de efecto invernadero, su uso se está eliminando progresivamente según la más reciente enmienda del Protocolo de Montreal.)

 

Además, una cosa sería que las sustancias eternas se quedaran alojadas en nuestros productos de consumo y materiales de construcción, pero ese simplemente no es el caso. Las Sustancias Eternas se escapan de los productos en los que las ponemos y de las instalaciones industriales que las producen. La más reciente Sustancia Eterna de alto perfil bajo vigilancia es el GenX, un compuesto antiadherente usado en artículos de cocina que Chemours, el fabricante de Teflón, supuestamente estaba vertiendo en el Río Cape Fear, la fuente de agua potable de cientos de miles de personas en Carolina del Norte. Ahora encontramos Sustancias Eternas en todos los rincones del planeta, desde la sangre de los osos polares hasta el medio del Océano Pacífico.

 

También las encontramos dentro de todos nosotros: En el último estudio de la población de los Estados Unidos, un grupo de estas Sustancias Eternas se detectó en la sangre de más del 98 por ciento de los estadounidenses. Mis colegas publicaron un artículo en 2016 que demostró que 6 millones de estadounidenses tenían estos compuestos en su agua potable en niveles por encima del límite de “inocuidad” establecido por la Agencia de Protección Ambiental. Podría tratarse de un cálculo subestimado porque las autoridades reguladoras están considerando disminuir ese límite.

 

Los científicos especializados en salud pública suelen describir el funesto juego de reemplazar una sustancia tóxica por otra igualmente tóxica como un reemplazo lamentable. Pero las Sustancias Eternas son aun peores. No cambiamos una por otra. Se asemejan a las malas hierbas del jardín: Ni bien retiramos una del mercado, aparecen diez más. En gran medida, hemos eliminado el uso de PFOA y PFOS, pero existen miles de nuevas variedades de Sustancias Eternas en uso.

 

Y las cosas podrían empeorar. En cada sustancia que tiene una unión de carbono-hidrógeno (la unidad fundamental de la química orgánica), en teoría se puede reemplazar la H con una F y crear una Sustancia Eterna. Así, la cantidad de Sustancias Eternas que se pueden formar es prácticamente infinita. Los científicos podrían estudiarlas por tiempo indefinido y no lograr ningún progreso. Es un tipo de seguridad laboral que no quiero.

 

Necesitamos una solución de mercado para este problema. Afortunadamente, ya se están tomando medidas en varios sectores. En el sector de la salud, Kaiser Permanente anunció en 2016 su decisión de prohibir la presencia de Sustancias Eternas en el mobiliario y los materiales de sus proyectos de construcción. Asimismo, los fabricantes Herman Miller y Shaw ofrecen productos sin estas sustancias. Incluso las empresas de venta minorista de productos de consumo están tomando medidas: Columbia Sportswear se asoció al artista de hip-hop Macklemore en 2016 para lanzar una chaqueta para la lluvia sin Sustancias Eternas.

 

Las universidades también tienen una función que cumplir. Harvard anunció recientemente nuevas Normas de Construcción Verde que prohíben que volvamos a comprar mobiliario y otros materiales que contengan Sustancias Eternas. Estamos usando nuestro campus como un laboratorio viviente para probar mejores productos y crear pruebas científicas que demuestren que, cuando tomamos medidas, vemos mejoras en la calidad ambiental de nuestros edificios.

 

De manera conjunta, entre todos los sectores, necesitamos enviar señales claras al mercado de que queremos productos que sigan los principios de la ciencia verde, como el diseño que apunte a la degradación. Porque nada debería durar por siempre, incluida nuestra paciencia.

 

Spanish translation by Julieta Pisani McCarthy, M.A.