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El ambientalista, Número 17

Más allá del clima: Una perspectiva de los estudiantes.

Por Emily T. Broas, Aldís Elfarsdóttir, Piers I.I.O. MacNaughton y Charlotte C. Wagner

8 de febrero

 

Emily T. Broas es alumna de tercer año de la Maestría en Política Pública en la facultad Kennedy School y en Administración de Empresas en la Facultad de Gestión Empresarial. Aldís Elfarsdóttir estudia en la facultad Eliot House con una concentración académica en Ingeniería Ambiental. Piers I.I.O MacNaughton es egresada de la Facultad de Salud Pública. Charlotte C. Wagner es alumna de tercer año del Doctorado de Ciencia e Ingeniería Ambiental en la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas. Ellos fueron los cuatro alumnos asignados al Grupo de Trabajo sobre Cambio Climático de la Universidad.

 

Cada vez que comemos, sacamos la basura o nos subimos a un automóvil, participamos en un sistema mundial que emite cada vez más gases de efecto invernadero y contaminación atmosférica, algo que impulsa directamente una retroalimentación de cambio ambiental y social. La ciencia climática actual nos dice que hemos excedido los niveles inocuos de emisiones de gases de invernadero. Las generaciones presentes y futuras dependen de que construyamos un mundo resiliente ante los cambios de origen climático que estamos viendo en el transcurso de nuestra vida.

 

Algunas de las empresas y universidades más grandes del mundo han reconocido que, al establecer metas institucionales de reducción de emisiones de gases de invernadero, pueden cumplir con sus obligaciones éticas y lograr una ventaja competitiva en un futuro marcado por las limitaciones relativas a la huella de carbono. El martes, Harvard reconoció su propia obligación y anunció su nuevo compromiso referente al clima: alcanzar, en lo relativo al consumo de combustibles fósiles, la neutralidad para el año 2026 y la independencia para el año 2050.

 

En nuestra calidad de estudiantes que recomendamos esas metas desde nuestro Grupo de Trabajo sobre el Clima, reconocemos nuestra responsabilidad de fomentar la resiliencia, limitar las emisiones y mitigar los daños, y estamos dispuestos a exigirle a la Universidad que rinda cuenta de sus compromisos.

 

A fin de alcanzar la meta de lograr una huella de carbono neutra para 2026, la Universidad necesitará reducir sobremanera las emisiones provenientes del consumo de combustibles fósiles dentro del predio universitario y compensar el resto mediante proyectos de reducción de emisiones fuera de él. Para 2050, toda la energía que calefaccione, refrigere y abastezca de electricidad las instalaciones de la Universidad tendrá que provenir de fuentes de energía que no utilicen combustibles fósiles. Asimismo, la Universidad debe reducir categóricamente la huella de carbono de los servicios que terciariza, como los de comida, residuos, viajes aéreos e inversiones. Creemos que todas las acciones dirigidas a reducir las emisiones, directas o indirectas, son igualmente fundamentales para que Harvard logre convertirse en una universidad verdaderamente libre de combustibles fósiles.

 

Se han producido muchos cambios desde la última vez que Harvard convocó un grupo de trabajo, en 2008, para establecer sus propias normas relativas a las emisiones. Si bien Harvard alcanzó su meta fijada en 2008 de reducir sus emisiones en un 30% con respecto a los niveles del año 2006 para el año 2016, queda claro que debemos hacer más que eso.  Los impactos del cambio climático se están produciendo más rápidamente (y con efectos más contundentes) de lo que los científicos habían pensado. A su vez, como sociedad, carecemos de la consciencia básica con respecto a las muchas maneras en que podemos limitar el impacto de la huella de carbono asociada con nuestro estilo de vida.

 

Las metas asumidas por Harvard constituyen una promesa de luchar contra el cambio climático y mitigar los daños sociales que se extienden más allá de una sola institución. Se trata de metas que concuerdan con las iniciativas mundiales para evitar los peligros asociados con un calentamiento de dos grados centígrados para el año 2100. Como estudiantes afiliados a Harvard College, la facultad Kennedy School, las Facultades de Administración de Empresas, de Artes y Ciencias, de Salud Pública, y de Ingeniería y Ciencias Aplicadas, afirmamos que abandonar el consumo de combustibles fósiles es necesario en este emprendimiento.

 

Cada año, la tendencia de incrementar las emisiones de gases de efecto invernadero ha continuado y son cada vez más las personas que sufren los impactos de condiciones meteorológicas extremas y poco comunes y del aumento del nivel del mar. Observamos el rápido derretimiento de los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida así como temperaturas mundiales récord año tras año. Es hora de actuar.

 

Los daños van más allá del derretimiento de los mantos de hielo y las condiciones meteorológicas extremas. La combustión de hidrocarburos emite otros contaminantes atmosféricos, tales como el dióxido sulfúrico, los óxidos de nitrógeno y las partículas finas, que se ha demostrado aumentan la frecuencia de casos de mortalidad prematura y de ataques asmáticos y cardíacos. Al reducir el consumo energético en un 30%, Harvard está evitando un costo de 10 millones de dólares por año en daños a la salud en comparación con las cifras de 2006, pero se calcula que esos costos sanitarios son, a partir de 2016, de al menos 25 millones de dólares por año (calculados utilizando CoBE, una herramienta que determina los daños a la salud vinculados con el consumo energético). Estamos muy atrasados en este campo de acción.

 

Si bien el cambio climático representa un problema de contaminación mundial, la distribución de sus efectos es despareja a niveles locales y regionales. Las comunidades que habitan en costas y desiertos se ven damnificadas desproporcionadamente ante los impactos del aumento del nivel del mar y la desertificación. Los contaminantes atmosféricos provenientes de la producción energética y el transporte afectan la salud de nuestras comunidades locales y las investigaciones señalan grandes desigualdades en cuanto a la calidad del aire entre vecindarios de bajos y altos ingresos. A medida que aprendemos más acerca de la escala a la que se producen nuestros impactos, debemos dirigir nuestras intervenciones para responder a necesidades diversas.

 

Creemos que, siguiendo las recomendaciones del Grupo de Trabajo, Harvard tiene una oportunidad singular para influenciar las estrategias de reducción de las emisiones por combustión de hidrocarburos y de la contaminación atmosférica a nivel local y mundial. La investigación colaborativa y de avanzada le permite a Harvard desarrollar soluciones para responder al cambio climático y sus impactos. Principalmente, Harvard ofrece clases y herramientas educativas que permiten tanto a los alumnos como a los integrantes de la comunidad entender y responder de forma activa a los problemas climáticos. Nos alienta la cantidad cada vez más numerosa de clases sobre ciencia aplicada y política a disposición de los alumnos de todas las facultades, como el Laboratorio Viviente sobre Cambio Climático, que apunta a desarrollar estrategias para la reducción de emisiones fuera del predio universitario de las que la Universidad puede hacer uso.

 

Respetando la misión de Harvard College de “educar a los ciudadanos y sus líderes por nuestra sociedad”, las prácticas y políticas operativas de Harvard pueden proporcionar un modelo para que otras instituciones complejas y de envergadura fijen y alcancen sus propias metas. Sobre todo, creemos que Harvard debe realizar su toma de decisiones con transparencia para permitir que las estrategias de reducción y eliminación de combustibles fósiles avancen junto con las mejores prácticas del momento. Tal transparencia asegura que todo lo aprendido pueda beneficiar a las comunidades y los responsables de tomar decisiones a nivel local, regional y mundial.

 

En nuestra calidad de ciudadanos del mundo, podemos y debemos tomar medidas relativas al clima. Podemos comenzar por tomar responsabilidad por nuestras decisiones en cuanto a los alimentos, el transporte, los residuos y el consumo energético. Podemos ampliar nuestro impacto exigiendo que nuestras instituciones actúen a nuestra par con la urgencia y transparencia que el mundo se merece.

 

Spanish translation by Julieta Pisani McCarthy, M.A.